Como padres, es natural preocuparse por el rendimiento académico de nuestros hijos. En un mundo donde la competencia comienza cada vez a edades más tempranas, la ansiedad sobre si nuestros hijos están alcanzando los hitos de desarrollo en áreas críticas como la lectura, las matemáticas y las habilidades sociales es palpable. Esta preocupación, que es completamente válida, puede llevarnos a caer en la trampa de querer estructurar todo su tiempo, mediante rutinas rígidas, limitando su tiempo de juego en favor de actividades académicas más “productivas”.
Sin embargo, lo que a menudo pasamos por alto es que el juego, particularmente en la primera infancia, es una de las formas más efectivas de aprendizaje En este blog queremos pensar sobre cómo equilibrar el juego guiado por adultos con una intención pedagógica y el juego espontáneo o libre. Este equilibrio no solo alivia parte de la presión académica, sino que también promueve un desarrollo cognitivo y emocional más robusto en los niños.
El Juego es mucho más que diversión
Es fácil caer en la trampa de pensar que el juego es solo una forma de entretenimiento, algo que los niños hacen cuando no están ocupados con actividades más importantes o cuando están aburridos, de hecho cuando los niños están juegan, en un momento de descanso para los papás, porque “allá están ocupados y no nos necesitan”. El juego es en realidad una herramienta fundamental para el aprendizaje. A través del juego, los niños experimentan con conceptos matemáticos, como el espacio, la forma y el número, de una manera que es natural y comprensible para ellos.
Por ejemplo, cuando Emilio juega a construir algo con su kit de herramientas, está desarrollando habilidades espaciales, entendiendo las relaciones entre las diferentes formas, contando las piezas, experimentando con la geometría de cada figura y aprendiendo a resolver problemas a medida que inventa formas distintas de acomodar las piezas Este tipo de aprendizaje práctico es crucial para su desarrollo cognitivo y no puede ser reemplazado por actividades más estructuradas.
Equilibrar el Juego guiado y el juego espontáneo
El juego guiado por adultos tiene su lugar y es extremadamente valioso. Este tipo de juego permite a los adultos introducir conceptos y habilidades que los niños pueden no descubrir por sí mismos. Por ejemplo, Imagina a Laura, una niña de cinco años, que se sienta con su madre para armar un rompecabezas de madera. Durante esta actividad, su madre le muestra cómo identificar formas y colores, y la guía para encajar las piezas. “Este es un triángulo, y este cuadrado es de color azul. Si colocas el triángulo sobre el cuadrado, ¡mira, has construido una casa!”. Este tipo de interacción no solo enseña conceptos matemáticos, sino que también refuerza la idea de paciencia y perseverancia, habilidades clave para el desarrollo cognitivo.
Ahora Imagina que Laura después de haber jugado con su madre, se queda sola en la sala, construyendo una casa con cojines, sillas y cobijas. Mientras experimenta, descubre cómo equilibrar los cojines para que su casa no se caiga. Este tipo de juego le permite a Laura desarrollar habilidades de resolución de problemas y creatividad, al tiempo que refuerza conceptos de lógica y física que ha internalizado durante el juego guiado.
El desafío, por supuesto, es encontrar un equilibrio entre el juego guiado y el espontáneo. Los padres a menudo se sienten tentados a intervenir demasiado en el juego de sus hijos para asegurarse de que estén “aprendiendo”. Sin embargo, es crucial que los adultos adopten un enfoque más flexible y permitan que los niños lideren el juego en la medida de lo posible. La intervención del adulto debería ser mínima, solo guiando cuando sea necesario y permitiendo que el niño experimente y aprenda a su propio ritmo.
Al final del día, es en este juego, a veces caótico y desordenado, donde los niños realmente encuentran las herramientas que necesitan para aprender y crecer. Pero, ¿cómo podemos los padres fomentar este tipo de aprendizaje sin sentir que estamos sacrificando su rendimiento académico?
La interrelación entre juego y aprendizaje
Para muchos padres, la preocupación central es cómo este enfoque de equilibrio afectará el rendimiento académico de sus hijos. Las investigaciones muestran que los niños que tienen oportunidades para jugar de manera autónoma y guiada tienen más probabilidades de desarrollar habilidades cognitivas superiores, como el pensamiento crítico y la resolución de problemas, que son esenciales para el éxito académico. En lugar de ver el juego como una distracción del aprendizaje, los padres deberíamos reconocerlo como una parte integral del proceso educativo
El juego ofrece un espacio seguro donde los niños pueden integrar sus experiencias y conocimientos en su vida diaria. Por ejemplo, un niño que ha aprendido sobre formas y tamaños en el colegio puede aplicar este conocimiento al construir una figura en una tabla creativa o en un juego de construcción. Sin embargo, el verdadero valor del juego radica en la libertad que ofrece al niño para explorar, crear y aprender a su propio ritmo.
Permitir que el juego y el aprendizaje coexistan y se complementen es la clave para educar niños académicamente capaces, creativos, seguros de sí mismos y emocionalmente fuertes. Entonces, la próxima vez que veas a tu hijo jugando, recuerda que ese tiempo no está “perdido” en absoluto. Es, de hecho, una inversión valiosa en su futuro.
Construyendo un futuro con el juego
Como padres, es fundamental cambiar nuestra perspectiva y ver el juego como una parte integral del desarrollo académico y emocional de nuestros hijos. El juego libre y el guiado por adultos no son opuestos, sino que se complementan para crear un entorno de aprendizaje completo. Al permitir que los niños exploren, experimenten y aprendan a través del juego, les damos las herramientas necesarias para enfrentar desafíos futuros con confianza y creatividad.
El juego, en todas sus formas, es un motor de aprendizaje y desarrollo. No se trata de elegir entre juego y estudio, sino de entender que, a través del juego, los niños están construyendo las bases sobre las cuales se apoyará su futuro. Ya sea resolviendo problemas con bloques, interpretando roles en sus juegos imaginativos, o explorando conceptos abstractos, el juego es el hilo conductor que une todas estas experiencias en una red de conocimiento y habilidades esenciales.
Reflexión Final: El valor del juego en la vida diaria
El juego es más que un simple pasatiempo; es un componente esencial del aprendizaje y el desarrollo. Al equilibrar el juego libre con la guía adecuada, y al permitir que nuestros hijos experimenten el mundo a través de su imaginación, estamos creando un entorno donde el aprendizaje es natural, significativo y, sobre todo, divertido. Así que, la próxima vez que veas a tu hijo jugando, recuerda que está construyendo su futuro.
Y lo mejor de todo, lo está haciendo mientras se divierte.
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Este blog está inspirado en la siguiente investigación:
Vogt, F., Hauser, B., Stebler, R., Rechsteiner, K., & Urech, C. (2018). Learning through play – pedagogy and learning outcomes in early childhood mathematics. European Early Childhood Education Research Journal, 26(4),.
Pyle, A., & Danniels, E. (2016). A Continuum of Play-Based Learning: The Role of the Teacher in Play-Based Pedagogy and the Fear of Hijacking Play. Early Education and Development, 28(3), 274–289.
Samuelsson, I. P., & Carlsson, M. A. (2008). The Playing Learning Child: Towards a pedagogy of early childhood. Scandinavian Journal of Educational Research, 52(6), 623–641.